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Segundo hijo del mercader de sedas, El


Novela de Felipe Romero editada en mayo de 1995. La narración se desarrollada en la Granada del siglo XVII y son las supuestas memorias de Alonso de Granada Lomellino, segundo hijo de un rico mercader de sedas que llegó a Granada desde Italia. Su padre le quiso labrar una brillante carrera eclesiástica pero él opto por otros caminos más humildes. La obra se lee de forma amena, evoca con un cierto encanto la Granada del siglo XVII y deja entrever una llamada a la tolerancia, a la convivencia entre religio- nes y el respeto mutuo. --> FP: Romero, Felipe Saco algunas frases de la obra. «[...] artista disoluto que estafó al Papa, que robaba muchachas, corronpía jovenes y que se consideraba único en su profesión, lo que, según él, le permitía no estar obligado a guardar ni respetar las leyes»

«el hombre viene a este mundo, por permisión divina, para ganar dinero»

«me quedaría en Granada, solo y pobre, como un hombre cualquiera»

«No tuvo más remedio que quedarse, ir nuevamente a tierras de Berbería, traer más trigo y un invierno más salvar de la muerte a bastante gente>>
- Claro que a los que salvó era a los que tenían dinero para poder pagar el precio que él ponía por el trigo- repliqué yo
- Por supuesto,-repuso Jacobo- pero de todas formas él les salvó la vida.
- Sí, pero se quedó con su dinero.»

«¿Y son bellas sus dos hijas?
- Bellísimas, pero judías»

«nunca pensé que sería cura y mucho menos que me harían cura sin siquiera contar conmigo, sin pregun- tarme, al menos, si estaba conforme.
[...]
Sin razón, si motivo, mi padre me privó para siempre de disponer de mi propia vida y a mí me falto valor para oponerme. Por eso lloré a solas en mi habitación aquel día y muchos días más.»

«Y también aprendí los cánones disclipinarios, que establecen, dejando bien determinado, los poderes de la jerarquía, los deberes de los clérigos y las penas y castigos que el obispo te puede imponer. Y siempre, después de cada precepto, y son cientos, la terrible admonición y la amenaza: el que esto no creyere, el que esto no hiciere, el que esto no obedeciere, sea anatema, sea castigado, sea excomulgado, sea conde- nado. Unica forma, al parecer, de conservar la fe y llevar al hombre al cielo.»

«No es tiempo de batallas ni de carnicerías. Lepanto ya pasó. Es la hora del Libro, de estos libros y de todos los libros santos»

«¿Y que puede dar yo a hombre tan rico, noble e importante? Yo sólo sé que no soy nada, menos que un grano de arena, ni siquiera el aleteo de una mosca. No soy ni valgo nada. Una hoja seca en el camino.»

«Pero que nadie obligue a otro a hacer lo que no quiere, que nadie enseñe, y mucho menos imponga, su verdad a los demás, del mismo modo que la rosa no le dice a la de al lado si sus pétalos deben ser más rojos o más pálidos, ni el árbol a sus ramas por dónde deben extenderse, ni la golondrina le dice a otra con quién debe revolotear este verano para ver lleno de pajarillos el nido.»

«Todo tiene un final; éste, al menos, ha sido hermoso y bello»

«- Esa es la vida de cada hombre hasta que muera.
- Pero yo no quiero nada, no busco nada. Sólo quiero vivir en paz, que me dejen tranquilo, que nada de lo que ellos buscan yo necesito.»

«Con la misma tranquilidad escuché a la mujer casada que cansada de hacer el amor con su vecino decidió un día volver a ser fiel a su marido»

«y es que el que se sale de la fila o es un santo o es un loco»

«Nadie podrá decir que le dió algo a cambio de nada. Era mercader y de los buenos»

«Me respetan y quieren y sobre todo me dejan tranquilo»