La pesadilla que se come la cola

La pesadilla que se come la cola es un espectáculo del Taller de Danza Azuara. Lo ví en el Teatro Alhambra donde se estrenó (¿en el año 2007?). Me resultó especialmente interesante. Recojo aquí una reseña del desaparecido web de Azuara. La fotografía del final, de un momento de su actuación en el Teatro Alhambra, es nuestra.

Tres mujeres. A veces cinco. Otras, sólo una, sólo dos, sólo tres, cuatro, cinco. Muchas mujeres. Cinco, dos, tres. Tres mujeres que bailan. Danzan en lo contemporáneo. ¿Qué entiendes por contemporáneo?. Entiendo libertad. No siem­pre, pero ahora sí. Tres mujeres que danzan, en lo contemporáneo, en libertad.

La pesadilla que se come la cola: Danza contemporánea en el desierto granadino de la danza no clásica. Eso es ya valido. Valiente. Pero, ¿quién danza? Taller de Danza Azuara. Dos montajes anteriores: Emotions y La calle. Ahora dan el salto. De las pequeñas coreografías aisladas, fundamentadas en el impulso emocional de cortos musicales, entran en el espectáculo "en continuo", difuminando las ideas "en aislamiento" para crear sobre un único móvil que prolongan durante más de una hora de danza.

La pesadilla que se come la cola es una idea. Las mujeres que bailan se han entregado al espectáculo no fragmentario ¿Ritmo?. Y la pesadilla no dejó de comerse a sí misma. Un ritmo que se controlaba, que no seee perdía y se ajus­taba a los distintos climas de la historia. Una historia que nos conduce a un principio que ya has vivido. Porque lo cíclico es un destino, es una cadena, es una cadencia. Porque la reiteración marca el ritmo de nuestras vivencias. Tenemos el esqueleto ¿qué más?

Las mujeres que bailan hablan del mundo contemporáneo, de los dioses contempo­ráneos, envueltos en sus redes de monotonía -soledad- aburrimiento. Hablan de ese mundo con una expresiva ironía: ¿Hay algo mejor que la ironía para retra­tar la miseria limpia del mundo contemporáneo? Y bailan, con ironía, evitando que la danza se mire demasiado a sí misma, alzando su mirada hacia el público, hacia el exterior. Mujeres que bailan con ironía la monótona soledad aburrida del mundo contemporáneo.

Climas: La historia comienza con el nacimiento. Dos ritmos. Opuestos. El público abre los ojos. Coreografías más sutiles, más complejas, más elabora­das, más expresivas, más desnudas. Imágenes limpias que se tiñen de brusque­dad. Prólogo y epílogo de la historia. Las mujeres ya han nacido. Y comienzan a crecer en escena. Comienzan a sentirse ellas mismas, guiando al público hacia la pesadilla circular. Música curiosa. Pero la danza tira de la música. Elaboración de imágenes extrañas, que atraen. En continuo. La monotonía, la soledad, el aburrimiento se reitera. Se repite. Tiende su trampa. Imágenes muy claras, sencillas. El público las comprende. Pero es tan difícil transmitir lo esencialmente sencillo; porque los ojos no se sorprenden de lo cercano.

La táctica: El distanciamiento. El silencio. Las mujeres que bailan lo hacen sorprendiendo con el silencio ¡contemporáneas! Personajes de teatro. La pesa­dilla se transforma en un laberinto de reiteraciones, de repeticiones, de mínimas expresiones esenciales. Y el público se siente sorprendido. Atrapa. Divierte.

La sensibilidad: clima interior del mundo sensible de dos mujeres, dos baila­rinas. Retrato intenso de la sensualidad femenina. Más allá de Lesbos. Juego erótico en contraste, en movimiento, en continuo.

Boleros: tres veces boleros. Tres historias que son la misma historia. Porque todo se repite, todo es cíclico. Ironía en contraste. La bailarina de ballet abandona los resortes clásicos y comparte la salsa contemporánea. Risas. Sonrisas, que tienen más valor. Comprendo cómo hay que reírse de la pesadilla del día a día. Réplica de elementos, de la música, marca el ritmo, marca los colores, profundiza en una idea sencilla distanciando en sencillez para llegar al inicio de todo. Con ellas, las tres bailarinas. Danzando, contemporáneas, en libertad.

Después de todo, ¿qué queda?. La pesadilla que se come la cola es una creación madura que sabe jugar con el lenguaje de la danza contemporánea como una puerta abierta a estimular. ¿Qué? Es difícil reducir todo a una idea básica. ¿Contradicción? Hablo de la libertad creativa de unas chicas entregadas a la danza. Eso nunca se puede reducir ni tan siquiera a palabras. En ese desarro­llo, en ese salto, en esa contemporaneidad libre, en ese juego, en esos mil contrastes, en esa cola que come la pesadilla, ¿sabes lo importante que es una dirección que sepa motivar todo eso?

Gil Lizcano, Director del "Teatro Coraje"


La pesadilla ...

plantea el conflicto interno que es creado al reprimir nuestros deseos frente al mundo que nos rodea y que acaba aplastando nuestros impulsos. De ahí surge la lucha, el enfrentamiento, la pesadilla...

Y ahora una respuesta: Tres bailarinas pasan por la niñez (la creación, el inicio), a traves de un espacio vacío, por el conflicto hasta la madurez, la complementaridad.

Sobre el contraste entre la música clásica y la contemporánea, un elemento centralizador: la mesa, alrededor de la cual se crean las diferentes situacio­nes.

Dirección: Esmeralda Llinares

Bailarinas: Beatriz Salmerón, Patricia Cabrero, Silvia Romero con Carmen Acuyo y Carmen Porras

Música: Debussy, Lord Acid, Bach, Björg, Win Mertens, Liliana Felipe y Camarón / Diseño de luces: Fco. Javier Linares

"La pesadilla que se come la cola" se estrenó el 21 de marzo de 2007(?) en el Teatro Alhambra de Granada