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Lucrecio


Lucrecio es un filósofo romano de la tradición epicureísta. Casi todas las reseñas que encuentras sobre él empiezan diciendo que poco sabemos de su vida. Y como no nada más leerlo viene a la mente, la máxima de Epicuro: 'Vive oculto'

Lucrecio es conocido por la obra que ha llegado hasta nosotros: De rerum natura. Un largo poema, muy largo 7400 hexámetros en 6 libros, que divulga la filosofía atomista y epicurea.

Lucrecio es uno de los personajes retratados en Vidsa imaginarias de Marcel Schwob

El asteroide 6240 lleva su nombre

Como he dicho antes, se sabe muy poco de su vida. Recojo de Wikipedia la siguiente referencia sobre ello: Henri Bergson propuso una explicación: «Es preciso creer que después de la caída de la República, cuando la política de los emperadores refortaleció la religión pagana, Lucrecio, adversario de toda religión, llegó a transformarse en un amigo peligroso, con el cual era prudente no entretenerse demasiado».7?

Copio la reseña sobre la edición en la Biblioteca clásica Gredos de De rerum natura [ 316 ] La naturaleza
Traducción, introducción y notas de F. Socas Gavilán.
Revisión de F. Pejenaute.

Se debería tener en mente, sin más, a Empédocles, Virgilio, Dante, Hölderlin o Goethe a la hora de acometer la lectura de este texto, quizá uno de los más singulares, solitarios casi, de la historia de las letras universales. Poesía y didáctica, épica y ciencia, ética y epistemología se vuelven un torrente de materia verbal en una de las obras más intensas que haya producido jamás el ser humano.

Poco sabemos de la vida de Lucrecio, y los pocos datos que nos han llegado resultan un tanto sospechosos: nació en torno al 94 a. C. y la fecha de su muerte el 15 de octubre del año 55 a. C., día del cumpleaños de Virgilio en el año en que este entró en la edad adulta, resuena simbólico en exceso, como una suerte de relevo generacional entre maestro y discípulo; por otra parte, la información de san Jerónimo acerca de la locura de Lucrecio, producida por un mal de amores, en cuyos intervalos de lucidez llevó a cabo la redacción del poema, locura que le indujo finalmente al suicidio, parece un ajuste de cuentas posterior de los autores cristianos contra este epicúreo, materialista a ultranza, este «poeta sin dios, pero divino» en palabras de Goethe. Pese a todo, su obra, De rerum natura, constituye un legado de capital importancia tanto para el mundo literario como para la filosofía.

La intención de Lucrecio no es sino dar a conocer en hexámetros, al modo de un poeta homérico y en la senda de su amado Empédocles, la doctrina de Epicuro, con tonos de «buena nueva», y no es más que el amor al ser humano lo que le lleva a difundir las ideas del filósofo griego, a fin de librarlo del temor que le producen la ignorancia que le aboca a la superstición y el temor a la muerte. La tradición, asimismo, nos cuenta que el poema cayó en algún momento en manos de Cicerón, quien lo editó, y que fue gracias a la vinculación con el corpus de Cicerón por lo que el poema de Lucrecio logró pasar la censura medieval y renacentista para llamar la atención en la Ilustración, época en la que el heterodoxo e ilustrado español abate Marchena lo tradujo a nuestra lengua por vez primera en unos versos en gran medida dignos de encomio. Por último, en este pequeño trazado del gran poema y de su autor, cabe recordar que fue la doctrina de Epicuro, cuya transmisión debemos en buena parte a este poema, la que conformó el materialismo de Karl Marx; además de invitar al lector a la lectura de la pequeña joya sobre la muerte de Lucrecio que compuso Marcel Schwob en sus Vidas imaginarias. Comienza La naturaleza con un himno a Venus, fuente de ese amor omnibus idem («amor para todos el mismo») del que se hará eco Virgilio en sus Geórgicas (volumen 141 de esta misma colección), que supone uno de los mayores hitos de la poesía latina, y, a continuación, se desarrolla una elaborada cosmología del materialismo epicúreo en seis libros, con tanto fervor conceptual como fuerza poética. Para Lucrecio solo existen la materia y el vacío, «nada nace de la nada» (nullam rem ex nihilo gigni). Todo ha sido creado sin intervención divina y todo es perecedero, incluida el alma humana. «La muerte inmortal suprime la vida mortal», reza uno de los versos más famosos del poeta. Pero no solo intenta librar al hombre del miedo a la muerte, defender la libertad en el seno de la Naturaleza frente al determinismo y el imperio del hado (la célebre doctrina del clinamen, la desviación de los átomos en un punto indeterminado de su curso); también el delirio amoroso y el temor a los fenómenos naturales y a la enfermedad tienen en Lucrecio su explicación y su remedio. No obstante, no hay que olvidar que junto al filósofo docente y al médico de almas, brilla singularmente un poeta de voz propia y que, en la senda de Ennio, logra superar la «pobreza de la lengua latina» para dar cuerpo en ella a las palabras del maestro griego.