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Bienvenido a nuestro Diccionario de Eva ElenaDisponemos de 6192 palabras, en breve aumentaremos el número de registrosLucrecioLucrecio es un filósofo romano de la tradición epicureísta. Casi todas las reseñas que encuentras sobre él empiezan diciendo que poco sabemos de su vida. Y como no nada más leerlo viene a la mente, la máxima de Epicuro: 'Vive oculto' Lucrecio es conocido por la obra que ha llegado hasta nosotros: De rerum natura. Un largo poema, muy largo 7400 hexámetros en 6 libros, que divulga la filosofía atomista y epicurea. Lucrecio es uno de los personajes retratados en Vidsa imaginarias de Marcel Schwob El asteroide 6240 lleva su nombre Como he dicho antes, se sabe muy poco de su vida. Recojo de Wikipedia la siguiente referencia sobre ello: Henri Bergson propuso una explicación: «Es preciso creer que después de la caída de la República, cuando la política de los emperadores refortaleció la religión pagana, Lucrecio, adversario de toda religión, llegó a transformarse en un amigo peligroso, con el cual era prudente no entretenerse demasiado».7? Copio la reseña sobre la edición en la Biblioteca clásica Gredos de De rerum natura
[ 316 ] La naturaleza
Se debería tener en mente, sin más, a Empédocles, Virgilio,
Dante, Hölderlin o Goethe a la hora de acometer la lectura
de este texto, quizá uno de los más singulares, solitarios casi,
de la historia de las letras universales. Poesía y didáctica,
épica y ciencia, ética y epistemología se vuelven un torrente
de materia verbal en una de las obras más intensas que haya
producido jamás el ser humano.
Poco sabemos de la vida de Lucrecio, y los pocos datos
que nos han llegado resultan un tanto sospechosos: nació en
torno al 94 a. C. y la fecha de su muerte el 15 de octubre del
año 55 a. C., día del cumpleaños de Virgilio en el año en que
este entró en la edad adulta, resuena simbólico en exceso,
como una suerte de relevo generacional entre maestro y discípulo;
por otra parte, la información de san Jerónimo acerca
de la locura de Lucrecio, producida por un mal de amores,
en cuyos intervalos de lucidez llevó a cabo la redacción del
poema, locura que le indujo finalmente al suicidio, parece un
ajuste de cuentas posterior de los autores cristianos contra
este epicúreo, materialista a ultranza, este «poeta sin dios,
pero divino» en palabras de Goethe. Pese a todo, su obra, De
rerum natura, constituye un legado de capital importancia
tanto para el mundo literario como para la filosofía.
La intención de Lucrecio no es sino dar a conocer en
hexámetros, al modo de un poeta homérico y en la senda de su
amado Empédocles, la doctrina de Epicuro, con tonos de «buena
nueva», y no es más que el amor al ser humano lo que le
lleva a difundir las ideas del filósofo griego, a fin de librarlo
del temor que le producen la ignorancia que le aboca a la
superstición y el temor a la muerte. La tradición, asimismo,
nos cuenta que el poema cayó en algún momento en manos
de Cicerón, quien lo editó, y que fue gracias a la vinculación
con el corpus de Cicerón por lo que el poema de Lucrecio
logró pasar la censura medieval y renacentista para llamar la
atención en la Ilustración, época en la que el heterodoxo e
ilustrado español abate Marchena lo tradujo a nuestra lengua
por vez primera en unos versos en gran medida dignos de
encomio. Por último, en este pequeño trazado del gran poema
y de su autor, cabe recordar que fue la doctrina de Epicuro,
cuya transmisión debemos en buena parte a este poema, la
que conformó el materialismo de Karl Marx; además de invitar
al lector a la lectura de la pequeña joya sobre la muerte
de Lucrecio que compuso Marcel Schwob en sus Vidas imaginarias.
Comienza La naturaleza con un himno a Venus, fuente
de ese amor omnibus idem («amor para todos el mismo») del
que se hará eco Virgilio en sus Geórgicas (volumen 141 de
esta misma colección), que supone uno de los mayores hitos
de la poesía latina, y, a continuación, se desarrolla una elaborada
cosmología del materialismo epicúreo en seis libros,
con tanto fervor conceptual como fuerza poética. Para Lucrecio
solo existen la materia y el vacío, «nada nace de la
nada» (nullam rem ex nihilo gigni). Todo ha sido creado sin
intervención divina y todo es perecedero, incluida el alma
humana. «La muerte inmortal suprime la vida mortal»,
reza uno de los versos más famosos del poeta. Pero no solo
intenta librar al hombre del miedo a la muerte, defender la
libertad en el seno de la Naturaleza frente al determinismo
y el imperio del hado (la célebre doctrina del clinamen, la
desviación de los átomos en un punto indeterminado de su
curso); también el delirio amoroso y el temor a los fenómenos
naturales y a la enfermedad tienen en Lucrecio su explicación
y su remedio. No obstante, no hay que olvidar que
junto al filósofo docente y al médico de almas, brilla singularmente
un poeta de voz propia y que, en la senda de Ennio,
logra superar la «pobreza de la lengua latina» para dar
cuerpo en ella a las palabras del maestro griego.
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